Bares mugrientos, putas de tetas imposibles, ceniceros rebosantes de colillas, oleadas de fluidos corporales… Y astronautas franquistas, nazis, la CIA y el Mossad. Curtido en las páginas del TMEO y en fanzines varios, el aragonés Furillo (Ignacio Murillo; Zaragoza, 1976) publica su primera novela gráfica, ‘Nosotros llegamos primero’ (Autsaider Cómics), que sale a la venta coincidiendo con el XIII Salón del Cómic de Zaragoza. Esta es la historia de cómo el sueño de una mala digestión de Franco acaba dando lugar al pionero programa espacial ‘Alzamiento Nacional’, cuyo patriótico objetivo es que España sea el primer país en clavar su bandera en la luna. Un locurón.

Furillo responde a través de correo electrónico esta entrevista que arroja un poco más de luz sobre un tebeo que a buen seguro impactará de forma irreversible en las retinas de los lectores.

¿De dónde surge la idea de ‘Nosotros llegamos primero’?

Supongo que todo surgió cuando imaginé una escena evocadora y vibrante, llena de símbolos, que comprendí que debía ser el final de una historia épica. Concebí esa viñeta final, y me dije, ¿cómo coño se ha llegado a esto?, entonces comencé a hilar el sainete que desembocaría en aquel mítico final. Así que podría decir que todo comenzó por el final, bueno y por mi gusto por el cómic y el cine de género, las españoladas, el siglo XX, las miserias humanas y las vicetiples.

Putas, cigarros, copazos de Soberano, frentes sudorosas, corrupción… ¿La odisea espacial española no podía ser de otra manera?

Efectivamente. Así la imagino yo. En la época en la que se desarrolla desde luego no podía ser de otra manera. Pero es que creo que si lo intentásemos hoy día, el nivel de putas, copazos de soberano, sudor y corrupción sería similar. Tabaco no habría tanto, claro. Hombre, me imagino que llamarían al Pedro Duque y al otro, el Alegrías ese o no me acuerdo como se llamaba, que seguro que los chicos son gente seria y que se les ve sanotes y competentes y tal pero alrededor de esta gente habría una pléyade de trincadores y sinvergüenzas de mil pares de cojones. Ahora que lo pienso el Duque y el Alegrías no vendrían porque han estudiao y se olerían la tostada. En el fondo la historia cuenta algo más que una simple odisea espacial.

Hay una página que define muy bien el tono del tebeo, y es esa en la que en el Pentágono comentan los planes de España para llegar a la luna. Y sin embargo, hay momentos de la obra con una pátina de realidad que logran superar el asombro inicial. ¿Era tu intención que hubiera cierta idea de ‘esto pudo pasar’ en lo que cuentas? Puedo imaginarlo perfectamente comentado en un programa de Íker Jiménez…

Sí, claro. Es que pudo pasar. Quizá Íker debería investigarlo. A lo mejor hay algo por ahí en algún oscuro archivo en algún ministerio. Que llamen al doctor Cabrera también y que me analice el cerebro, a ver si encuentra algo, ja ja ja. Íker es el gran comunicador de este país. Intenté documentarme un poco para darle cierta credibilidad a la historia, que en el fondo está hecha en serio, supongo que algo de eso quedó reflejado en la historia, aunque confieso que mi labor de documentación fue bastante liviana. Me dí cuenta de que no era tan importante.

Puede que muchos esperaran de ti una ‘bizarrada’ (en su sentido anglosajón) sin más, pero si por algo destaca ‘Nosotros llegamos primero’ es porque es ante todo una bien construida historia de ciencia-ficción, thriller y aventuras… Con el toque de la casa, eso sí.

Yo lo que quería era hacer una historia que mezclara un poco los géneros que a mí me chanan, y luego que tuviese sus gags, claro. He intentado que todo tuviera un poco de sentido dentro del desparrame, y ahí, en el desparrame, entra lo que tú denominas bizarrada, quizá. Una bizarrada en sí misma no puede mantenerse durante cien páginas, pero si aparece en el momento oportuno crea un clímax sorpresivo que da mucho gustico. En cualquier caso esta es una historia bizarra en el sentido español del término.

¿Cuáles han sido tus referentes para esta obra? En ciertos momentos, da la sensación de que podría haber sido el argumento perfecto para una película de la época.

Si, los referentes han sido más bien cinematográficos. Al fin y al cabo estas historietas largas son como películas. Pues no sé, ‘Los últimos de Filipinas’, ‘El turismo es un gran invento’, ‘El astronauta’, ‘Moonraker’, ‘Desde Rusia con amor’, ‘El hombre que sabía demasiado’, ‘I mostri’, ‘El planeta de los simios’, y cosas por el estilo. Todo mandanga del siglo XX. De todas formas estamos conectados con aquella época, nunca es tarde, quiero decir que si algún director de cine está interesado podemos hablar. No le pediré mucha viruta.

Da la sensación, igual me equivoco, de que te lo has pasado bomba durante el proceso de creación de este tebeo. ¿Cuál es tu momento favorito del tebeo?

Mi momento favorito del tebeo es el final. Porque fue el principio para mí, quiero decir que fue lo primero que se me ocurrió, y porque cuando hice la última página me quité de encima este tocho que me ha costado dibujar varios años. Pero también me gusta mucho la primera escena, en la que nos introducimos en los sueños de Franco, ese abuelo.

Además de referencias a la España cañí de la época, has metido algún cameo, pero no demasiados. ¿Te has moderado en este sentido?

Bueno, en principio pensé en hacer más, pero luego me dí cuenta de que igual era un recurso un poco facilón. Reconozco que tiene su gracia, pero yo quiero llegar al público joven, que desconoce quién era Espartaco Santoni y se la suda, para, en un ejercicio de desmemoria histórica, enseñarles un poco de su propia esencia.

Es tu primera novela gráfica… ¿Cómo ha sido afrontar una obra tan larga?

Ha sido una odisea de calibre similar a la que se describe en el propio tebeo. Y luego te lo lees en dos tardes. ¿A donde nos lleva todo esto?. Sin duda la fe en el proyecto de mi editor y colegui, Ata, ayudó mucho a que consiguiera terminarlo.

¿Prevés seguir por este camino de álbumes completos en tus próximos proyectos?

Si se me ocurriera una buena historia, pues igual. Aunque debería llevar más brandy en las venas que sangre.

¿Cómo funciona ‘Palmeras y Puros‘, esa compañía gráfica turolense en la que andas metido?

Eso mismo me pregunto yo, ¿cómo funciona?. Pero lo cierto es que dejando a un lado los resultados económicos y el reconocimiento del sector y quizá nuestros propios productos en sí mismos, sin duda esta pequeña compañía serigráfica que nos hemos montado en comandita mi buen amigo y gran dibujante turolense, Jorge Rueda, y este que escribe, es un éxito absoluto. El sueño de dos inadaptados de aportar un poco de aroma y sabor a los hogares españoles proporcionando materiales exóticos, entendiendo el término en un sentido amplio, se hizo realidad el año pasado. Montamos nuestro taller en la buhardilla de un encantador caserón de estilo criollo en la manigua turolense y comenzamos a imprimir con el afán que un mico emplea en pelar un ñame. Presentamos en el salón del cómic de Zaragoza del 2013 nuestro ‘Palmeras y Puros Magazine’ número 0, con un catálogo de nuestra pequeña producción de serigrafías que tuvieron gran aceptación. Este año volvemos al salón con el número 1 de nuestro magazine, que incluirá dos serigrafías y nuestra nueva producción serigráfica. La artesanía tosca, racial y primitiva es nuestra seña de identidad. Lo sauvage nuestro leit motive. Tiradas cortas. Precios populares. Método de trabajo caribeño. La cosa no da para más.